jueves, 9 de febrero de 2012

Nuestra cocina: El espeto malagueño

Casi 130 años llevan los malagueños degustando espetos en los chiringuitos playeros. Y es que fue a finales del siglo XIX cuando su inventor reconocido, Miguel Martínez, instaló en su ciudad el primer puesto dedicado a la asadura de sardinas a escasos metros del mar.

Foto: Beni Lorenzo
Esa forma de cocinar el pescado, salado y clavado en un trozo de caña junto a las brasas, no tardaría en llamar la atención, incluso, de los habitantes de los pueblos cercanos. Hasta ese momento, la sardina asada era considerada, tan sólo, un alimento propio de pescadores y de personas humildes.

Pero fue tal el reconocimiento que alcanzó Miguel Martínez con su chiringuito, que el mismísimo rey Alfonso XII acudió hasta el lugar para conocer el plato del que se hablaba en toda la provincia. Según la tradición, el propietario del puesto invitó al monarca a que degustase el espeto con sus propias manos, nada más percatarse de que estaba a punto de hacerlo con cuchillo y tenedor.

También son muchos los que sostienen que la iniciativa comercial de 'Migué el de las sardinas' daría inicio al negocio de los chiringuitos, tal y como hoy lo conocemos.

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